A los que estáis más vinculados con el mundo de la fotografía probablemente os sonará un libro llamado “La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía”, de Roland Barthes. Entre los estudiantes de fotografía es un must.
En La cámara lúcida, el autor reflexiona sobre la fotografía y analiza el modo en el que vemos, analizamos o interiorizamos una fotografía. ¿Por qué unas imágenes nos gustan o nos llegan más que otras?
A veces una fotografía simplemente ‘existe’ para el que la mira, pero al espectador no le gusta, no le intriga, no le interesa, no ‘le pincha’.
Otras veces, sin embargo, ‘algo’ nos llama la atención de la imagen. Barthes definió estos dos estados como ‘Studium’ y ‘Punctum’.
El Studium define un elemento que percibimos básicamente por la cultura y el conocimiento de quien mira (“por estas fotos puedo sentir desde luego una especie de interés general, emocionado a veces, pero cuya emoción es impulsada racionalmente por una cultura moral y política”), es lo que el fotógrafo busca enseñarnos y el espectador comprende ese mensaje. Todo es premeditado.
El Punctum es un elemento que el espectador no busca, sino que “sale de la escena como una flecha y viene a punzarme”, es fortuito y se aparece ante el espectador, de repente, como un golpe en la cara. Es lo que el espectador ve, pero que el fotógrafo no vió en el momento de tomar la fotografía.
Cuando leí el libro, me encantaron las reflexiones del autor (que por cierto, no es fotógrafo y analiza todo esto como espectador) y comprender que una imagen que a mi me “pincha” a otra persona puede parecerle indiferente; le puede gustar, pero no le emociona o le afecta como a mi. Y al revés exactamente igual.
Las fotografías familiares son un claro ejemplo de la representación de ese Punctum. Cuando nos enseñan fotografías de una boda, por ejemplo, con protagonistas que no conocemos, que son ajenos a nosotros, la valoramos (nos gusta la composición, la luz, los novios son guapos o no, es original…) y decidimos si nos gusta o no nos gusta, pero no nos pincha. Sin embargo, si esas mismas fotos se las enseñamos a la madre de la novia, sentirá emociones muy diferentes. A esa misma foto, la madre de la novia le está dando un significado personal, y la imagen le transmite algo íntimo, la conmueve.
Analizar todo esto desde el punto de vista de quien realiza la foto, es aún más complicado, creo, ya que yo hago una fotografía porque algo me llama (muchas veces ese algo es simplemente estético, otras un gesto, una emoción), y probablemente ese algo que a mi me ha llamado la atención, no transmita lo mismo a los novios que he fotografiado (quizá es un detalle que les da igual, o por el contrario una foto cuyo contenido yo no valoraba artística o técnicamente, para ellos resulta ser muy especial) y por supuesto, la reacción será totalmente diferente para un tercero que ve la fotografía en mi blog y elige si le gusta o no le gusta, pero probablemente no le llegue a conmover.
Repasando mis fotos de bodas pasadas, he hecho una selección de varias de mis preferidas. Algunas dejan bastante que desear técnicamente, pero son importantes por lo que vi y capté en ese momento o porque me evocan algún recuerdo especial cuando las veo:
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